EXTRACTO PREGON DE FERIA 2019

Paradeños y paradeñas: 

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No sé si me conoceréis. Soy Iván, el nieto e hijo del Bardao, el de “la Anita” que repartía la leche, el hijo de la Carmen de Arahal, ¡pues ése!

Esta noche os voy a invitar a bailar las sevillanas de mi vida; un baile en el cual toma un papel protagonista la mujer, o, bueno, las mujeres que para mí son y forman parte de la feria.

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Mujeres que me han mirado cara a cara desde la primera hasta la cuarta con sus lances definitivos. Bienvenidos/as a las mujeres de mi feria.

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Mujeres, qué haría yo sin ellas. Empezando por la primera, esa que dio cada puntada de las costuras de mi alma, que tejió de ilusión cada parte de mi vida  y remendó cada poro de mi piel. La que no dudó ni un solo momento en dar de sí su piel por albergar mi vida en su interior, esa que ama mis diferencias por encima de todo y de todos. Ella es el principal motivo por el que hoy estoy aquí, pisando fuerte y volviendo a ser yo de nuevo, un chico sin miedos, valiente y amante de mi feria. Pero sobre todo amante de las personas que dan un toque de color y una nota discordante en cada revuelo de volantes o sevillana moderna.

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Hace casi veinte años ya, a pesar de mi corta edad, ni el miedo ni el que dirán me impidió soñar. Siempre hubo muchas inquietudes y ganas de expresar lo que llevaba dentro hasta que, sin darme cuenta, por destino o por azar, con mis pies fui yo a dar en la academia de Sara Montero.

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Ahí fue donde comprendí que la mejor manera de canalizar mis miedos y temores, mis alegrías y mis pasiones, era a través del arte, del flamenco, de  mi amiga la sevillana, de mi feria. 

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Y por eso, desde el corazón me nace este pregón, un pregón que busca la inspiración en cada uno/a de los paradeños/as que, al igual que yo, aman su feria. 

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Un pregón para los que prefieren el albero del real a la arena de una playa, los  que cambian el ascensor de un hotel todo incluido por una revolanda en el canguro, los  que celebran la cena de su caseta como si de la última cena se tratase.

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Bailes en la portada y la feria queda inaugurada, patadas y taconeos llenos de ilusión, tardes y noches de festival en la caseta municipal. Para ellas yo era el mejor, las miradas de mis abuelas eran miradas de devoción.

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Mi último baile fue de la mano de otra grande de Pará, hablo de Eli Parrilla. Ahí fue donde conocí a una de mis grandes amigas, Nazaret Portillo. Ensayos, preparativos y creaciones sin fin, presentándonos a varios concursos en los que lo importante era participar pero,  todo hay que decirlo, los conseguíamos ganar.

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Pero como algunas de las relaciones de amistad terminan, ésta terminó sin más, y no, no hablo de mi relación con Nazaret. Ésta perdura en el tiempo. Hablo de mi amiga la sevillana y sí, en esta relación hubo terceras personas. 

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O más bien fue por mí, por mi juventud, la inexperiencia o el que dirán, las cosas te influyen de más  y se aparcan sueños y los sueños no se deben ni dejar y mucho menos aparcar. 

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Y es que no somos conscientes  de lo dañinos que somos los adultos y los valores tan pobres y sin argumentos que inculcamos a nuestros jóvenes, que simplemente criticamos a la gente por el hecho de ser distintos sin pensar en las consecuencias que esto puede tener.

Pero ¿sabéis qué? En aquella época y con aquella edad aparté el baile por el que dirán, quería ser igual a los demás. Sin embargo, a día de hoy,  mi lema de vida que  aplico e intento inculcar es: no tengáis miedo de ser diferentes, tener miedo a ser exactamente iguales a los demás.

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No me puedo olvidar de otra mujer que para mí es feria los 365 días del año. Ella es mi tía Ani “La costurera”. Seguro que muchas de vosotras habéis lucido alguno de sus trajes, ¡suerte tenéis!, y esa es su pena, la que siempre me recuerda: ¡Me voy a quedar con las ganas de haberte hecho un traje de gitana! Aunque conociéndome, como me conoce últimamente, no me insiste mucho porque sabe de sobra que sería capaz y capataz de lucir un traje suyo como la que más.

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Y es que la vida son etapas y la que os voy a contar no se me puede quedar atrás, bendita adolescencia. Otra forma de vivir la feria, de prisa, sin frenos. Ferias en las que las pandillitas nos hacíamos camisetitas con alguna que otra frase picante pero sin ningún tipo de maldad: “Si quieres que te haga caso, relléname el vaso”; “Si en la feria de Pará te quieres divertir, vente con nosotros que no te vas a arrepentir”.

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Las lucíamos con orgullo, puesto que todas las amigas las llevábamos, era nuestra seña de identidad.

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Otra forma de pensar, otra manera de sentir una feria diferente, es la que yo empecé a vivir. Será por edad o por madurez pero te tomo de otra manera, como si de una copa de manzanilla se tratase, sorbito a sorbito, suave suavecito. Y es que ahora me encanta por debajo de tu portada pasar, también me gusta pasear por tu pequeño pero acogedor real, siempre de la mano de mi familia, pareja o amigas.

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Es inevitable no acordarme de ellas pero sé que desde Italia, Santiago, o Barcelona brilla su luz, luz que iluminará esta noche la portada del real. Luces repartidas por todo el mundo, paradeños y paradeñas que algún día emigraron para luchar por su sueño, conseguir un futuro mejor o, simplemente, movido por el momento y las ganas de experimentar.

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¡Ahora sí! Es vuestro momento, vuestro lugar, os estoy hablando a vosotros: Paradeñas, sois parte imprescindible en la Feria, no importa si vais vestidas de flamenca, traje de chaqueta o un poquito más casual, sois todas feriantes y flamencas como la que más.

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Paradeños y paradeñas, poneos en pie que la semana grande ya llegó,  salir con las claritas del días y recogeos con la luz del sol. Y disfruta el momento y el instante, que cada feria es única e inigualable. 

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Y yo me despido de la mejor manera que sé, retomando lo que en un pasado dejé! 

Muchísimas gracias a la persona que aguanta mis cabreos, mis nervios y mi carácter. Sin  esta persona no podría haber seguido este pregón adelante. Te quiero, Edu!

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Feliz feria 2019 

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Iván Ramírez Blanco

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